Empiezan a manar las notas del violín no son solo notas, son destellos de un infinito, que al sonar, forman una sinfonía de amor, un firmamento convertido en brisa caricias suaves sin metas que habitan en cada partícula de mi piel.
Observando por la ventana la lluvia caer me invade una quietud una luz de alas suaves. Dulce acunar en una profunda nada. Quietud ahora que estás aquí nunca te vayas.
Esta historia tiene un comienzo y un final porque en algún momento hemos tenido la curiosidad de observar como eran las estrellas a través del ojo humano.